Retrocedo la
mente a mis años en los que, tenia ilusiones, en mi típica frase de cuando
pueda pero sé que lo haré pasaron los años con las mismas ilusiones, cuando
llegas a la noticia que no esperas, piensas en todo lo que dejas atrás, todo lo
que no se podrás hacer jamás, es duro pensar en que has de resignarte a vivir
en un sitio totalmente aséptico, en que no puedes permitir la entrada a nadie
que no haga un control exhaustivo para poder entrar, en tu burbuja, tu único
sitio libre de tóxicos, los cuales te han causado esta grave enfermedad con las
siglas SQM, para siempre, sin cura, solo el aislamiento y el no volverte loco
entre la soledad y los dolores, entre lo que quiere tu mente y lo que tu cuerpo
te deja, es tan agrio como cuando vomitas bilis y te queda ese gusto asqueroso
en tu garganta quemada.
Soy nueva en esto
y puedo asegurar que va muy rápido, sin darte cuenta estas completamente aislado del exterior, sin comprensión, con
apenas ayuda, sin los que se llamaban amigos, tu teléfono ya no suena, solo lo
necesitas para una emergencia.
Realmente hay
veces que piensas, si valdrá la pena tener una vida así, la pregunta real tiene
su lógica, si lo piensas es aplastante, cuánto tiempo he de vivir así y con qué
fin, si se le puede llamar vida.
Para alguien
extrovertida, alegre, divertida, verse aferrada a esta soledad impuesta por mi
organismo el cual no tolera ni una sola sustancia que afecte a su
funcionamiento, alertando cualquier olor que pueda detectar perjudicial y con
automática respuesta al mismo, provocando una crisis que deja secuelas en tu
maltrecho cuerpo.
Aceptar no usar
nada de lo que todo el mundo usa y cambiarlo por una máscara que hace que todo
el mundo te mire, esta vez no para decir si eres guapa o fea, sino para decir
que monstruo anda suelto, provocando el alejamiento de las personas, de las que
me apiado, por su incultura y su miedo a que pueda contagiarles algo malo,
cuando los que me enferman son simplemente ellos, tienen miedo a morir, quizás
sea la diferencia entre ellos y yo.